lunes, 24 de diciembre de 2012

La Inversión de la Moral


Un blog es sencillamente una "bitácora virtual"  [del inglés, "web" (por Internet) y "log" (bitácora), abreviado "blog"]: deseo recuperar ese significado en lo que escriba, no narrando mi historia fáctica, sino más bien, detallando a modo de un viaje, cómo esa atávica cosmovisión que llamamos "cristianismo" pese a la desilusión que han producido sus instituciones, sigue adherido a nuestra psique. Ya al comienzo de este blog señalé lo dicho como uno de mis propósitos, más allá de la denuncia a la secta WT (pues ya existen excelentes sitios para todo público), y hasta este momento había postergado este objetivo. 

Sin embargo, no se piense que en aras de la popularidad usaré tono conciliador. ¡Lejos de ello! Si alguien pretende "edificarse" leyendo lo que escribo, si busca "sentirse bien", si quiere llenarse de esperanzas bucólicas, si es en extremo "sensible" en afán de "respeto" y "armonía"... mejor no siga leyendo: sencillamente mis reflexiones e investigación no van destinadas a persona semejante. Si las personas que me leen descienden en número, no me preocupa, en lo absoluto. No escribo para las masas: por tanto, no hay lugar para sentirse "ofendido", ni para "lamentos"... Por supuesto, si alguien puede corregirme en algún error que cometa, o desea entablar debate, no tengo objeción alguna salvo que se haga con base sólida, no apelando a la mera "opinión". Y el tono en que se conteste dependerá del tono con que se me escriba. El que pocas personas me lean (aún nadie) sólo contribuirá a lograr esta condición filosófica: 


Todo hombre selecto aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite propios donde quedar redimido de la multitud, de los muchos, de la mayoría, donde tener derecho a olvidar, puesto que él es una excepción de ella, la regla «hombre»: - a excepción únicamente del caso en que un instinto aún más fuerte lo empuje derechamente hacia esa regla, como hombre de conocimiento en el sentido grande y excepcional de  la expresión. Quien en el trato con los hombres no aparezca revestido, según las ocasiones, con todos los cambiantes colores de la necesidad, quien no se ponga verde y gris de náusea, de fastidio, de compasión, de melancolía, de aislamiento, ése no es ciertamente un hombre de gusto superior; mas suponiendo que no cargue voluntariamente con todo ese peso y displacer, que lo esquive constantemente y, como hemos dicho, permanezca escondido, silencioso y orgulloso, en su castillo, entonces una cosa es cierta: no está hecho, no está predestinado para el conocimiento.

Habiendo alcanzado la redención de la multitud, en este blog, mi castillo, pudiendo analizar las cosas con absoluta franqueza, a modo de introducción, paso a señalar por qué es necesario indagar en la larga historia del devenir del pensamiento cristiano, que hemos recibido en la forma de "valores"... que rara vez se cuestionan, que sencillamente se aceptan, a pesar del colapso de las instituciones religiosas y de la religión en general. Resulta curioso, que incluso personas que han dejado de ser cristianas, e incluso, que han dejado de creer en Dios, han seguido cultivando en sus vidas "las virtudes cristianas" ¿Por qué? 

Sorprende que esta temática ya se ha abordado en extenso hace más de un siglo... y aún así sigue siendo un tema actual. Por ejemplo, el tema es tratado en extenso en el libro "Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía del futuro" de 1886, de dónde citaré a modo de antología, algunas conclusiones que  invitan a un cuestionamiento de la moral cristiana, que aún en nuestra época rara vez es sometida a prueba:


"El cristianismo es platonismo para el "pueblo""

Platón, en el siglo IV AC, perfiló la separación entre un "mundo de las ideas" (inmutable, arquetípico, cognoscible solo por el pensamiento)  y el "mundo sensible" (corrupto, partícipe del mundo de las ideas, cognoscible por los sentidos). Postuló la unión forzada del alma (proveniente del "mundo de las ideas", inmortal) con el cuerpo (cárcel del alma, corruptible) en el hombre, lo que resulta que dentro de sí, la verdad esté ligada al error. Para Platón conocer es recordar el mundo de las ideas, dónde estuvo el alma. En contraste, quien sólo reconoce como realidad al "mundo sensible" se mantiene, en la doxa, en lo opinable, en lo aparente... Por lo tanto, para que el alma pueda regresar al mundo perfecto de las ideas (pues la vida temporal en el mundo sensible es sólo una prueba) se requiere vivir en la virtud. El alma, en  su condición tripartita, compuesta de Razón, Voluntad y Apetitos Sensibles: ha de actuar de acuerdo a la razón. A esta la guía la sabiduría, a la voluntad, la fortaleza y a los apetitos la templanza...

¿No suena familiar todo esto? De aquí la idea de las virtudes y valores: son necesarias para "trascender" y volver al "mundo perfecto de las ideas", que el cristianismo llama "cielo"... La "vida mejor" que la de este "mundo". Aquí, en el "mundo" de las apariencias, es necesario con "templanza" dominar los "apetitos" del cuerpo, para llegar al cielo... Por lo tanto, esta declaración no deja de ser cierta:

Platón..., quiso demostrarse a sí mismo, empleando toda su fuerza (¡la fuerza más grande que hasta ahora hubo de emplear un filósofo!) que razón e instinto tienden de por sí a una única meta, al bien, a «Dios»; y desde Platón todos los teólogos y filósofos siguen la misma senda, - es decir, en cosas de moral ha vencido hasta ahora el instinto, o «la fe», como la llaman los cristianos, o «el rebaño», como lo llamo yo.

Pero para llegar a la "moral cristiana" el platonismo tenía que mezclarse con pensamiento judío:

Los judíos han llevado a efecto aquel prodigio de inversión de los valores gracias al cual la vida en la tierra ha adquirido, para unos cuantos milenios, un nuevo y peligroso atractivo: - sus profetas han fundido, reduciéndolas a una sola, las palabras "rico", "ateo", "malvado", "violento", "sensual", y han transformado por vez primera la palabra "mundo" en una palabra infamante. En esa inversión de los valores (de la que forma parte el emplear la palabra "pobre" como sinónimo de "santo" y "amigo") reside la importancia del pueblo judío: con él comienza la rebelión de los esclavos en la moral. 

Y en líneas generales (que ahondaré con amplitud en una Historia del Pensamiento Cristiano, recuérdese que esto es sólo una introducción) este ha sido el resultado:


Rebaños humanos

Dado que, desde que hay hombres ha habido también en todos los tiempos rebaños humanos (agrupaciones familiares, comunidades, estirpes, pueblos, Estados, Iglesias), y que siempre los que han obedecido han sido muchísimos en relación con el pequeño número de los que han mandado, - teniendo en cuenta, por lo tanto, que la obediencia ha sido hasta ahora la cosa mejor y más prolongadamente ensayada y cultivada entre los hombres, es lícito presuponer en justicia que, hablando en general, cada uno lleva ahora innata en sí la necesidad de obedecer, cual una especie de conciencia formal que ordena: «se trate de lo que se trate, debes hacerlo incondicionalmente, o abstenerte de ello incondicionalmente», en pocas palabras, "tú debes". Esta necesidad sentida por el hombre intenta saturarse y llenar su forma con un contenido; en esto, de acuerdo con su fortaleza, su impaciencia y su tensión, esta necesidad actúa de manera poco selectiva, como un apetito grosero, y acepta lo que le grita al oído cualquiera de los que mandan -padres, maestros, leyes, prejuicios estamentales, opiniones públicas-. La extraña limitación del desarrollo humano, el carácter indeciso, lento, a menudo regresivo y tortuoso de ese desarrollo descansa en el hecho de que el instinto gregario de obediencia es lo que mejor se hereda, a costa del arte de mandar. Si imaginamos ese instinto llevado hasta sus últimas aberraciones, al foral faltarán hombres que manden y que sean independientes, o éstos sufrirán interiormente de mala conciencia y tendrán necesidad, para poder mandar, de simularse a sí mismos un engaño, a saber: el de que también ellos se limitan a obedecer. Ésta es la situación que hoy se da de hecho en Europa: yo la llamo la hipocresía moral de los que mandan. No saben protegerse contra su mala conciencia más que adoptando el aire de ser ejecutores de órdenes más antiguas o más elevadas (de los antepasados, de la Constitución, del derecho, de las leyes o hasta de Dios), o incluso tomando en préstamo máximas gregarias al modo de pensar gregario, presentándose, por ejemplo, como los «primeros servidores de su pueblo» o como "instrumentos del bien común". Por otro lado, hoy en Europa el hombre gregario presume de ser la única especie permitida de hombre y ensalza sus cualidades, que lo hacen dócil, conciliador y útil al rebaño, como las virtudes auténticamente humanas, es decir: espíritu comunitario, benevolencia, deferencia, diligencia, moderación, modestia, indulgencia, compasión. Y en aquellos casos en que se cree que no es posible prescindir de jefes y carneros-guías, hácense hoy ensayos tras ensayos de reemplazar a los hombres de mando por la suma acumulativa de listos hombres de rebaño: tal es el origen, por ejemplo, de todas las Constituciones representativas.

Cuando los instintos más elevados y más fuertes, irrumpiendo apasionadamente, arrastran al individuo más allá y por encima del término medio y de la hondonada de la conciencia gregaria, entonces el sentimiento de la propia dignidad de la comunidad se derrumba, y su fe en sí misma, su espina dorsal, por así decirlo, se hace pedazos: en consecuencia, a lo que más se estigmatizará y se calumniará será cabalmente a tales instintos. La espiritualidad elevada e independiente, la voluntad de estar solo, la gran razón son ya sentidas como peligro; todo lo que eleva al individuo por encima del rebaño e infunde temor al prójimo es calificado, a partir de este momento, de malvado; los sentimientos equitativos, modestos, sumisos, igualitaristas, la mediocridad de los apetitos alcanzan ahora nombres y honores morales. Finalmente, en situaciones de mucha paz faltan cada vez más la ocasión y la necesidad de educar nuestro propio sentimiento para el rigor y la dureza; y ahora todo rigorincluso en la justicia, comienza a molestar a la conciencia; una aristocracia y una autorresponsabilidad elevadas y duras son cosas que casi ofenden y que despiertan desconfianza, "el cordero" y, más todavía, "a oveja" ganan en consideración.


Hay una moral de señores y hay una moral de esclavos

En el primer caso, cuando los dominadores son quienes definen el concepto de «bueno», son los estados psíquicos elevados y orgullosos los que son sentidos como aquello que distingue y que determina la jerarquía. El hombre aristocrático separa de sí a aquellos seres en los que se expresa lo contrario de tales estados elevados y orgullosos: desprecia a esos seres. Obsérvese enseguida que en esta primera especie de moral la antítesis «bueno» y «malo» es sinónima de «aristocrático» y «despreciable»: la antítesis «bueno» y «malvado» es de otra procedencia. Es despreciado el cobarde, el miedoso, el mezquino, el que piensa en la estrecha utilidad; también el desconfiado de mirada servil, el que se rebaja a sí mismo, la especie canina de hombre que se deja maltratar, el adulador que pordiosea, ante todo el mentiroso: creencia fundamental de todos los aristócratas es que el pueblo vulgar es mentiroso.




La especie aristocrática de hombre se siente a sí misma como determinadora de los valores, no 
tiene necesidad de dejarse autorizar, su juicio es: «lo que me es perjudicial a mí, es perjudicial en sí», sabe que ella es la que otorga dignidad en absoluto a las cosas, ella es creadora de valores. Todo lo que conoce que hay en ella misma lo honra: semejante moral es autoglorificación. En primer plano se encuentran el sentimiento de la plenitud, del poder que quiere desbordarse, la felicidad de la tensión elevada, la consciencia de una riqueza que quisiera regalar y repartir:  también el hombre aristocrático socorre al desgraciado, pero no, o casi no, por compasión, sino más bien por un impulso engendrado por el exceso de poder.

Las cosas ocurren de modo distinto en el segundo tipo de moral, la moral de esclavos. Suponiendo que los atropellados, los oprimidos, los dolientes, los serviles, los inseguros y cansados de sí mismos moralicen: ¿cuál será el carácter común de sus valoraciones morales? Probablemente se expresará aquí una suspicacia pesimista frente a la entera situación del hombre, tal vez una condena del hombre, así como de la situación en que se encuentra. La mirada del esclavo no ve con buenos ojos las virtudes del poderoso: esa mirada posee escepticismo y desconfianza, es sutil en su desconfianza frente a todo lo «bueno» que allí es honrado -, quisiera convencerse de que la felicidad misma no es allí auténtica. A la inversa, las propiedades que sirven para aliviar la existencia de quienes sufren son puestas de relieve e inundadas de luz: es la compasión, la mano afable y socorredora, el corazón cálido, la paciencia, la diligencia, la humildad, la amabilidad lo que aquí se honra, pues estas propiedades son aquí las más útiles y casi los únicos medios para soportar la presión de la existenciaLa moral de esclavos es, en lo esencial, una moral de la utilidad. Aquí reside el hogar donde tuvo su génesis aquella famosa antítesis «bueno» y «malvado»: - se considera que del mal forman parte el poder y la peligrosidad, así como una cierta terribilidad y una sutilidad y fortaleza que no permiten que aparezca el desprecio. Así, pues, según la moral de esclavos, el «malvado» inspira temor; según la moral de señores, es cabalmente el «bueno» el que inspira y quiere inspirar temor, mientras que el hombre «malo» es sentido como despreciable. La antítesis llega a su cumbre cuando, de acuerdo con la consecuencia propia de la moral de esclavos, un soplo de menosprecio acaba por adherirse también al "bueno" de esa moral - menosprecio que puede ser ligero y benévolo -, porque, dentro del modo de pensar de los esclavos, el bueno tiene que ser en todo caso el hombre no peligroso: el bueno es bonachón, fácil de engañar, acaso un poco estúpido, un bonhomme [un buen hombre]. En todos los lugares en que la moral de esclavos consigue la preponderancia el idioma muestra una tendencia a aproximar entre sí las palabras «bueno» y «estúpido».


En síntesis, el cristianismo invirtió sin dudas el orden natural de la sociedad: Les dio a los pobres, a los esclavos, a los desafortunados, a los ignorantes la idea de que eran iguales que sus superiores. Los llenó de esperanza respecto a un futuro dónde todas las injusticias serían corregidas. Pero a la vez que les infunde esa perspectiva de ganar el cielo... les induce a aguantar pacientemente aquí en la Tierra, a "obedecer a los amos, a las autoridades"... Se crea una plebe que se siente en igualdad...  pero no en la práctica, no en el orden social, no ahora, en este mundo, sino en el futuro: Mientras, ha de "cultivar" todas las "virtudes" de "oveja", no haciendo nada para mejorar su propia situación, sino soportando la vida miserable, solo con la esperanza, en ese futuro mejor, creyéndose más ricos que los que tienen gran hacienda, por cuánto tienen a Dios, más sabios que "los intelectuales del mundo" por cuánto tienen la Biblia, más poderosos que los que gobiernan, por cuánto poseen el espíritu santo...






9 comentarios:

  1. A ver si lo he entendido, ¿criticas al cristianismo o al cristiano?

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  2. El cristianismo ofreció esperanza a quién en el orden natural de las cosas, no la tendría... El cristiano ha aceptado esa esperanza sin plantearse si es real o no: Y para obtener esa esperanza sacrifica el bienestar que pudiera adquirir hoy, sometiéndose a un estricto código de conducta que ha recibido sin cuestionarlo...

    Mis post irán encaminados a descubrir cómo la moral y enseñanza cristiana ha ido evolucionando a través del tiempo analizando sus propios escritos antiguos...

    Saludos Candi, gracias por comentar, y por tus post dirigidos a mi en el foro

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    1. De nada hombre, al cesar lo que es de cesar, decían por ahí...
      PD. Me gusta cuando sintetizas en tus palabras, la intro y la conclusión buenas, el cuerpo espeso para mi gusto, pero seguiré leyéndote, aunque ya no me identifique como cristiana, a ver si saco algo en claro.

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  3. Haré lo posible por sintetizar Candy. Tomaré en cuenta el feedback.

    Saludos!

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  4. Otro boludo escribiendo boludeces.
    La interneet es una fabrica de mierda

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  5. Y la Argentina qué produce con tanto ganado?

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  6. que buena Hildebrando.
    A esto ,e referia cuando te digo que en un foro se pierde mucho en aras de la convivencia.
    En tu blog, simplemente lo dices.
    Me ha parecido un blog de excelente factura...excelente.
    Gracias de verdad.

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  7. "
    En síntesis, el cristianismo invirtió sin dudas el orden natural de la sociedad: Les dio a los pobres, a los esclavos, a los desafortunados, a los ignorantes la idea de que eran iguales que sus superiores. Los llenó de esperanza respecto a un futuro dónde todas las injusticias serían corregidas. Pero a la vez que les infunde esa perspectiva de ganar el cielo... les induce a aguantar pacientemente aquí en la Tierra, a "obedecer a los amos, a las autoridades"... Se crea una plebe que se siente en igualdad... pero no en la práctica, no en el orden social, no ahora, en este mundo, sino en el futuro: Mientras, ha de "cultivar" todas las "virtudes" de "oveja", no haciendo nada para mejorar su propia situación, sino soportando la vida miserable, solo con la esperanza, en ese futuro mejor, creyéndose más ricos que los que tienen gran hacienda, por cuánto tienen a Dios, más sabios que "los intelectuales del mundo" por cuánto tienen la Biblia, más poderosos que los que gobiernan, por cuánto poseen el espíritu santo..."

    este fenomeno es muy interesante.
    Es posible para mi hacer un enlace directo al apocalipticismo post-babilonio en el tiempo de la dominacion seleucida.
    Esta fantasia de bienestar (que de hecho lo es, si consideras la descarga de dopamina que provoca creer que estas en el club de dios), permite ser tostado a fuego lento cantando alabanzas al Lord.

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